No se si alguno habéis reflexionado por que pasan las cosas... Son fruto de la casualidad o realmente hay algo que te conecta con todo aquello que te es relacionado. Es como si cada momento de la vida está conectado por un hilo invisible, como un algoritmo de google que sabe mucho de lo que piensas y te lo pone delante para que lo aproveches...
Esta reflexión viene al caso a que el domingo pasado hablé con uno de mis primos (con el cual mantengo una excepcional relación) y me dijo que tenía algo para mí. Conociendo a Nacho, difícil era saber en que consistía el regalo hasta que llegó el momento. Después de los saludos preliminares, que tal?, yo bien.. tú?, me dijo: Mira en el remolque ....
Con curiosidad me asomé al remolque y me encontré en el, dos SERRONES para hacer tablas de un tronco de manera manual.
Sin palabras... Con su capa de mugre original.
Bajo de capas de polvo, serrín y telarañas se adivina un resistente acero capaz de hacer tablas o vigas el tronco mas resistente.
Años llevaba detrás de un artilugio de este tipo. He visto muchos, la mayoría en museos y otros en algún mercadillo, pero entonces se ve que no era su momento. Gracias Nacho.
Casualidad, Causalidad, Sincronicidad... Algo nos mantiene conectados con aquello que forma parte de nuestra vida.
Finalizada la historia de estas dos nuevas incorporaciones, os quiero hablar un poco de esta herramienta.
Las primitivas sierras se fabricaron en el periodo neolítico, a partir de silex dentado, que en principio se usó como herramienta de corte para herbáceas. La misma idea fue aplicada posteriormente al metal primero de cobre y bronce y luego mayormente de hierro. La destreza de los romanos para incorporar a sus utillajes todo tipo de herramientas y artilugios, dio lugar al perfeccionamiento de las sierras, quedando con la forma que mantienen actualmente y convirtiéndola en una herramienta que hizo mucho más sencilla la vida de las personas, especialmente los que se dedicaban al mundo de la madera.
En las zonas donde había aserraderos hidraúlicos no había problemas de abastecimiento de madera cortada, pero en los lugares donde no existían estas instalaciones la necesidad se hacía acuciante. Para ello se fueron creando cuadrillas de cortadores se desplazaban por pueblos y aldeas, ofreciéndose para sacar vigas y tablas, acordando un justiprecio que era pagado en dinero u otros productos.
Llegado el cortador a la zona y después de acordar el precio con los clientes del traba del trabajo a realizar, vigas, tablones, verjillas, etc., se construía un caballete de madera o una zanja en la tierra sobre la que se depositaba el tronco el cual quedaba prisionero por otros y fijado al suelo.
Primero había que eliminar la corteza exterior y cuadrar el tronco con un hacha o bien directamente se hacía con el Serrón. Después con una cuerda (a modo de bota de marcar) se tiraban las líneas de corte haciendo un croquis del producto a extraer.
Una vez marcado el tronco, el oficial o maestro cortador subía encima del árbol con el serrón y el peón u obrero quedaba en la parte inferior del caballete, zanja o foso habilitado, creando una sierra de vaivén (con el corte en una sola dirección) al moverla los dos al unísono. Dependiendo del uso final, se quedaba como viga o como tablones.
Una tarea dura que sin duda, dio de comer a muchas familias durante siglos y fue parte del desarrollo constructivo del país.
Como punto final del artículo pedí prestadas unas fotos del blog del Museo Etnográfico de Montejo de San Miguel, un pequeño pueblo de Burgos (España) que se empeña en que no se olvide nuestro pasado. Muchas gracias Julio.